lunes, noviembre 06, 2006


Un sordo matutino..

No podemos vivir como Michael Jackson, en la década anterior donde usaba barbijo y guantes para que los microbios y olores no afecten su cuerpo.
Pero es insoportable viajar apretados, y mas aún cuando algún mal intencionado o mejor dicho cuando un cavernícola amaestrado, hace una mortal bienvenida a todo el vagón del tren con sus desperdicios procesados del día anterior. Digamos que son los famosos gases matutinos que de sienten de repente y se van potenciando segundo a segundo recorriendo todos los rincones y el olfato de los pasajeros.
Se ve como la gente comienza a mirar de reojo por el costado del hombro, al que se encuentra al lado de el y viceversa, las minas comienzan sacar el pañuelo (que siempre le ponen un poco de perfume, “son mas precavidas en estas situaciones”), y comienzan a resoplar algunas narices (como si el olor fétido se iría?).
En un par de segundos el barandazo se hace más penetrante, y empieza la seguidilla de aperturas de ventanas y puertas para que el aire caldoso y somnoliento que esta dentro del vagón comience a circular para afuera.
El problema de estos momentos no es solo el fumarse la baranda si no que nadie se hace cargo de sus hábitos alimenticios.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Perdon, Pato, el del pedo fui yo...

Anónimo dijo...

Uff! Que tema delicado la verdad...flatulencias, poderosos, zobacos extremos y pedorreadas forman parte del menu en todo servicio publico.

Mas de una vez nos hemos petardeado tambien nosotros pero por lo menos avisamos cuando encendemos la mecha.

Totalmente de acuerdo con la precaucion de las pebetas que llevan pañuelitos (las viejas tambien ahora que pienso pero mas de pilcha me parece porque tienen esos pañuelos con olor a crema de abedul de 100 años).

Abad Cockues