miércoles, noviembre 01, 2006

Viviendo a un metro del riel

Como hacer para no escuchar el tren todos los días a cada instante?, es lo que me pregunto todos los días cuando paso cerca de la estación de paternal y veo cantidad de casilla, llenas de chapas y montañas de basura a un metro de las vías del tren.
La mayoría de estas personas son cartoneros que habrán decidido dejar todas sus pertenencias y familiares de los lugares que vivían para poder estar cerca de capital donde se concentra el gran caudal de cartón y de cosas en desuso.
Lo que me pregunto esas tierra donde están viviendo son de alguien? pertenecen a metrovias o al estado, a mi parecer deben ser del estado porque si estas tierras son de metrovias ya estarían fuera de ellas hace tiempo. También todos nosotros estamos pagando por esas tierras con impuestos más caros y la luz robada y el cable todo esto perjudica a los usuarios corrientes que todos los meses se les aumenta gracias a estas comunidades (del chavo del 8). Lo mas ilógico es que por lo que se ve del tren, dentro de estas casillas hay elementos que no concuerdan, por ejemplo televisores de 29 pulgadas, equipos de música y comodidades que no concuerdan con la estructura y la forma de vida de esos habitantes.
Todos los días se los ven a la tarde/casi noche con sus carros hechos de chatarra como si fueran una batallón de caballeros de la edad media.
Quien controla estas comunidades nómadas? Que es el responsable de estas tierras?. El gobierno debería poner a esas personas en otros lugares, ya que la majoria de ellos (no todos), son delincuentes, si no como se justifica lo que tienen en una casilla hecha de capa y cartones.
hace unos dias atras llovian piedras de estas casillas hacia el tren, como podemos parar esta locura cotidiana y viajar como se merece un gil que paga el servicio.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Los villeros son otra sociedad, tienen sus costumbres y sus reglas. Sus formas de pensar, que consumir.
El % mayoritario, esta acostumbrado a los regalos de los politicos de turno, y esta naturalizado en la mayotia de ellos que no es deber ni obligacion trabajar, porque se encubren en la postura del carenciado, del marginado, del privado.

Es duro admitirlo, pero es una costumbre, una forma de vida. La caja de alimentos a la salida de una marcha, el robo, el exiguir la ayuda del resto de la sociedad. El escuchar cumbia villera, comprar las zapatillas más vistosas, tener 20 años y 3 hijos; el hacer laburar a los hijos.

Anónimo dijo...

Esto va para el autor y para el q subio el comentario anterior: son tan tarados de pensar que las tierras que esta gente "usurpa" inciden en los impuestos mas caros??? No sera que pagan mas caro x las tierras, recursos, capitales que usurpan los grandes capitales nacionales y extranjeros entre los cuales estan las empresas ferroviarias privatizadas?? No sera q pagamos impuestos mas caros, justamente xq estos tipos (los verdaderos usurpadores de las cosas de todos incluidos la de esta pobre gente) evaden impuestos como locos???
Claro, como siempre con ud señor posteador que se esconde tras el sobrenombre de Pato, se la agarra con los mas humildes xq es mas facil. Es una clasica actitud del habitante promedio del GBA,el mismo que vota a Rico, pide mano dura y apoya a Blumberg.
Por otro lado, de donde viene esa gilada de que "habrán decidido dejar todas sus pertenencias y familiares de los lugares que vivían para poder estar cerca de capital donde se concentra el gran caudal de cartón y de cosas en desuso", como si tuviesen la posibilidad de decidir donde, y como, vivir.
Si tiene problemas con Metrovias agarresela con Benito Roggio (seguro ud ni sabe quien es pero le cuento q es el responsable que la gentuza como ud.viaje como ganado a diario y encima se queje), no con el pobre cartonero sin hogar, señor Pato.

Anónimo dijo...

Señor mariano: no se de que parte es usted, pero me imagino que es de capital, y le recuerdo que la capital no solo es belgrano, palermo, barrio norte, caballito y recoleta... Tambien es constitucion, soldati, la boca, lugano. Donde tambien hay gente de pocos recursos. Como se nota que tiene poca calle.

Anónimo dijo...

Argento hasta la muerte, claro que soldati, lugano y la boca son capital... el tema es q el habitante de esas zonas no se queja como el señor Pato (asi se apoda)de los problemas del tren y todo eso, xq simplemente no lo toman.
El problema, los problemas, los generan el grupo de resentidos sociales que viviendo en GBA, creen q tienen o deberian tener los mismos derechos q los de capital, cuando solo vienen aqui a sacarle trabajo a los habitantes de la ciudad y lo unico q hacen es quejarse y quejarse y quejarse. Quizás una buena solucion a esa problematica seria sacar el tren, impidiendo su ingreso a capital y se solucionaria el problema. De este modo la gente como Pato y ud.irian a trabajar a sus respectivas jurisdicciones y estarian contentos ya q no tendrian q viajar a diario en tren. Vio q facil se soluciona?
Dejen de quejarse xq otra opcion va a ser cercar la ciudad e impedirles el acceso.

Anónimo dijo...

Mire mariano.. si realmente le molesta la gente que viaja en tren y es de gba para que entra es te blog.. tambien la solucion es facil.. usted parece de la dictadura que no permite la libre expresion!

Anónimo dijo...

Entro a este blog diariamente xq no puedo creer las cosas q ponen individuos como el tal Pato y ud. y porque desde hace un tiempo he declarado una guerra abierta contra este tipo de queja y actitudes constantes de la gente que facilmente podriamos denominar: bonaerenses.
Sobretodo xq son los deciden la eleccion del pais, pero eso si... son los primeros en quejarse

Anónimo dijo...

En primer lugar estoy de acuerdo con Mariano...pertencer a un grupo genera comportamientos que nos pueden parecer poco correctos, pero las lógicas que nos acercan a estás conductas son tan complejas que hace que un pibe no entienda que es más importante comer que ver al "ruso" regalando plata, o tener un celu últimisimo modelo que vestirse comer y educarse...pero el consumismo es de todos y para todos...pensar que estos tipos que tratan de hacer de su vida lo que pueden es q son los culpables de los altos impuestos es pensar que MC DONAls es una hada madrina que da de comer cosas ricas...estos tipos vienen a formatearnos el cerebro a afanarnos plata y encima usurpar tierras...pero para usted usurpan tierras los Argentinos que van donde pueden con su carton y sus desusosss...por otro lado lo entiendo me cuesta viajar con el miedo de que un pibe que se pega con otro me tieren del tren...porque no reconocen otra manera de comunicarse y me da bronca que nadie haga nada para protegernos pero por otro lado la función del Estado no es la de reprimier o regalar tierras nada más, solo que la tradición historica Argentina enseñó otra cosa...y parece que más de una decidió abandonar en pensamiento laboral y aceptarla como viene...asi de una

Túlio dijo...

dale patricio! muy bueno este blog! abrazo

Anónimo dijo...

De qué nos indignamos?
Qué tremendo malestar nos producen las casillas al costado de las vías del tren, ocupando terrenos que son: o privados (desgraciados sus dueños), o de dominio público (pobres de nosotros que no podemos venderlos). Además, quienes allí viven se cuelgan de la luz que pagamos entre todos y para colmo “laburan” de cartoneros, esos que rompen bolsas y dejan todo tirado porque, huelga decirlo, son sucios y desconsiderados con el espacio público. Qué indignación nos producen sus ranchos, estropeadores del paisaje, que crecen como un cáncer y que de su interior salen esos roñositos que invaden nuestros vagones para incomodarnos con sus incansables mangueos. Cuán hartos estamos de la frasecita maldita “una monedita señor?”, qué cansados estamos de que unos vivillos vendan el diario que todos sabemos que se reparte gratuitamente.
Correcto, gozamos de un grado de indignación adecuado, pero... ¿el destinatario de nuestros rencores es el auténtico responsable de este inmenso malestar?
¿Por qué estas personas eligen armar sus ranchos al costado de las vías del tren? Imaginemos por un minuto cómo se vive allí: con los calores sofocantes de este enero infernal, bajo una chapa que les toca la cabeza, con el agua que entra por todos lados, que todo lo invade y todo lo arruina, ya que siempre estos terrenos son inundables. Imaginemos vivir sin baño, sin red de agua, sin gas, sin recolección de residuos, sin cloacas. Imaginemos el riesgo que significa colgarse de la luz ¿cuántos habrán muerto en el intento, que como son pobres no tienen cabida en las páginas de los diarios?
Imaginemos lo desesperante que es no tener agua, ni fría ni caliente. Tener que hacer cola para llenar un balde; que ese balde alcance apenas para cocinar y, con suerte, para lavarse las manos. Imaginemos el lujo que es bañarse. Imaginemos la ardua tarea que es conseguir leña en la ciudad para poder encender el fuego de la olla.
Ahora tratemos de imaginar lo que es despertarse todas las mañanas sin un trabajo “formal”, teniendo que salir a cartonear o cirujear para no morir de inanición, porque, reconozcámoslo, el que cartonea lo hace porque no le interesa robar, trabajo este último mucho más redituable y menos agotador que desandar la ciudad durante horas para completar un carro con 150 kg de celulosa, equivalentes a, con suerte, $30. Imaginemos lo que cuesta arrear ese vehículo.
Pensemos también en el niño molesto, aquél que tiene no sé cuántos hermanitos, que obligado por sus tiránicos padres dejan la escuela para aturdirnos con su monótono “laaaaarraaaazon a voluntá”
Detengámonos por un momento en la aventura de vivir al costado de la vía, de sentir que la casa se nos desarma cada vez que ruge la locomotora, hecho que ocurre repetidas veces por hora; de tener que mirar a ambos lados cada vez que hay que traspasar la puerta, de vivir aterrorizada porque los nenes me juegan arriba del riel...
Pensemos un poco lo que es soportar la indignación de la clase media, porque como malditos usurpadores que somos no tenemos mejor idea que acomodarnos al costado de la vía.
Imaginemos lo que es soportar que esa respetable clase media esté convencida de que ocupamos tierras ajenas solo para perjudicarla, que no trabajamos de puro vagos que somos, que no estudiamos porque nacimos ignorantes y así hemos de morir, que mendigando moneditas y vendiendo diarios gratuitos recaudamos màs que ellos, honestos trabajadores.

Después de hacer tan fatigante ejercicio de imaginación, cabría preguntarse si los detestables habitantes de las orillas de la vía eligieron realmente vivir allí. O indagarnos cómo es que llegaron a ese lugar. Entonces tendríamos que remontarnos al `55, cuando se comenzó con el réquiem de la industria nacional y el “pleno empleo” empezaba a quedar como un dulce recuerdo. Y luego habrá que revisar qué pasó en el `76, cuando la desaparición de personas iba a coro con la desaparición de la producción local, siendo el gran preámbulo para los 90`s, broche de oro del proceso de vaciamiento de la industria y privatización de los recursos y riquezas nacionales, dejando como saldo a la mitad de la población sin empleo y sin techo.
Nosotros nos indignamos con los roñosos ocupadores de tierras y exigimos que se los desaloje inmediatamente, pero.... ¿adónde los tiramos?
Y, consecuentemente, no nos enojamos con las empresas que se sacaron la lotería con las privatizaciones. Nos olvidamos que decenas de miles de trabajadores quedaron en la calle después de las maravillosas decisiones del turco innombrable y su calvo asistente. Y no nos damos cuenta de que muchos de esos marginales que vemos desde la ventanilla del tren fueron especialistas del riel y hoy no les queda otra que sobrevivir a sus orillas.
A los fanáticos de la propiedad privada vale recordarles que las tierras “ilícitamente ocupadas” pertenecen al ferrocarril, o sea que son tierras públicas (de todos nosotros), ya que privatizar no es sinónimo de vender. De ello se desprende que los trenes, los rieles, las tierras, las estaciones, etc. siguen siendo parte del Patrimonio Nacional. Que las concesionarias lo paupericen y lo estropeen hasta límites insospechados no equivale a que sean dueñas de él. Ellas tan solo se enriquecen a través de su explotación (nunca mejor usada la palabra) y de los multimillonarios subsidios con que el Gobierno premia su displicencia y abandono.
Y finalmente, a los indignados de siempre corresponde avisarles que el derecho a la vivienda digna, al trabajo, a la salud y a la educación son derechos impostergables garantizados por la Constitución Nacional y que cuando nos exasperamos porque “nadie hace nada” para “sacarlos de ahí” (sacar a los villeros de las tierras que ocupan) no hacemos más que alentar que tales derechos fundamentales se transformen en un mero privilegio de pocos.